Yo, desde mi perfil de algunas de las incontables redes
sociales que actualmente navegan por la banda ancha conozco a alguien, alguien
que llama mi atención a través de su foto de perfil.
De forma online, hablamos, hablamos largas y tendidas horas,
me cuenta cosas acerca de su vida y yo sobre la mía, un día decidimos
encontrarnos cara a cara.
Resultó que aquel apuesto y esbelto “muchacho” que yo había
conocido en mis redes, era ya un hombre hecho y derecho, que apenas tenía
parecido con sus fotos publicadas; ahora, me rio de aquella situación, ya que
actualmente es un buen amigo mío, pero aprendí, la extrema facilidad con la que se puede
mentir sobre tu identidad en las redes sociales.
Era un buen hombre que tan sólo modificó sus fotos,
pero, podría haber sido cualquiera, y sobre todo podría haber tenido cualquier
otra intención.
CUIDADO.
Puede ser, que no sea quién tú crees que es.
Hablando también de apariencia, hemos aprendido que las apariencias engañan, y no sólo en estos aspectos sino también acerca de estereotipos irreales, sobretodo de mujeres.
Sin estrías, granos, pecas, kilos de más, o cualquier otra característica propia de su personalidad pero que se pueda considerar imperfecta.
Y así, click tras click se esfuma nuestra personalidad, nuestra identidad, nuestra verdadera cara, nuestro verdadero yo. A ese que en vez de rechazar e intentar eliminar, deberíamos de aceptar.
Los seres humanos somos imperfectos es así, pero hay belleza en la imperfección ya que forma parte de nuestra identidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario